Unas horas en el aeropuerto

Observo a mi alrededor compañeros, pero realmente nadie se habla con nadie, aunque compartimos profesión somos unos desconocidos los unos para los otros. Algunos pasan el rato de espera caminando alrededor de la “parra” (Zona de espera para ir recoger al próximo cliente), otros se ponen series y ni siquiera llegan a levantarse del asiento de piloto del coche, otros se ponen a jugar a cartas, estos últimos que nombro son los únicos que mantienen algún tipo de comunicación entre ellos y porque no juegan a cartas para pasar el rato, si no porque se juegan dinero, mucho dinero en cada partida, hasta el punto de que hay taxistas que vienen a pasar el día aquí y ganarse el dinero que ganaría trabajando pues ahí, en un juego del azar. Yo soy el que hace un poco de todo menos lo último porque yo prefiero apostar a las apuestas deportivas, algo que aveces se me sale de control porque me consume y sobretodo mi mente aveces solo está pendiente “a aquella apuesta que hice”, apuesto mucho menos que antes pero si algo me gusta hacer en la zona de espera es dormir, me voy atrás y me tumbo ricamente hasta que me toca ir a recoger un cliente.