Vengo con una pequeña reflexión, estoy empezando a escribir esto a las 2:31 am de la madrugada porque literalmente antes no he podido.
Aveces me sorprende el nivel de soluciones que puedo dar la gente que sube a mi coche, lo simpático que puedo resultar, literalmente se separar mi vida de mi trabajo, puede ser el peor día de mi vida que ante un cliente siempre tendré oídos y una sonrisa. Últimamente nada más entrar en mi taxi siempre pregunto ¿Qué tal? Me sale de manera natural, ni tan siquiera lo pienso ni tengo que forzarlo, realmente hay gente muy simpática y otra que no tanto, pero esa gente que ha tenido un mal día te agradece ese “¿Que tal?” Es como que ellos son los importantes en ese momento y van a ser escuchados, parecerá una tontería pero la gente no se llega a imaginar la cantidad de problemas que atraviesa la gente día tras día, gente mayor que lo único que espera es poder morir porque no aguantan la soledad, chicos y chicas consumidos por la depresión y la ansiedad porque las cosas no salen bien constantemente, personas que al desahogarse lloran, gente que coge un taxi a las 6 de la mañana para ir a un trabajo que no le gusta el día de su cumpleaños y que la primera persona que te diga “felicidades” sea el taxista que se lleva a dicho lugar, y ante todas esas situaciones yo saco siempre una solución, una solución que sé que no encontraría estando en la situación de ellos. Resumen, todo eso me lo trago yo y me llevo para casa juntos a los míos propios, porque cuando llego a casa a mi nadie me dice ni que tal ni buenas noches, mi mayor desconexión se ha convertido en acariciar a mi compañero de vida que está muy mayor que no hace mas que dormir en la cama antes de conciliar el sueño. En conclusión, Gracias Coto por esperarme cada noche con alegría aunque te duela todo y cada vez estés más ciego, te amo incondicionalmente.